sábado, octubre 01, 2005

Club exclusivo




Ingresé a un Club muy exclusivo.

Tanto que, por ejemplo, nada asegura que el acaudalado Goyo Pérez Companc pudiera entrar. O el poderoso Gobernador Romero.
No podría entrar, tampoco, alguien de abolengo, como un Álzaga Unzué, solo por serlo.
Ni un empresario de éxito, ni un político con carisma, ni un aristócrata portador de apellido.Ni el dinero, ni el poder, ni la fama ni el prestigio social: nada de eso te asegura entrar a mi club, mi exclusivo, selecto, elitista club. El club de ganadores de premios literarios

Para entrar allí no hay ningún requisito, nada que se pueda adquirir con dinero, relaciones, o carisma personal. No hay seducción posible, no hay insistencia posible, no se puede presionar para entrar, no hay decretos de necesidad y urgencia que te permitan ganar un premio literario.
No hay antecedentes, trayectoria o famas antiguas que aseguren la entrada allí.
Por eso la exclusividad, por eso el orgullo de entrar allí. Por eso una alegría profunda, y un cierto agradecimiento a la vida.

Un Esteban más “social” –el de otras décadas- hubiera sonreído levemente, proclamado su modestia y declarado que todo fue casual, que el premio lo merecía cualquiera y que hay cosas más importante que ganar un premio literario.
El Esteban más individualista del 2000 acepta con orgullo el premio, sabe que es merecido, que le servirá como incentivo para ser aun mejor y se declara, a partir de este momento y para siempre, escritor.